Publicado originalmente el 5 de septiembre de 2023 por CO Chalkbeat.
Deysi Parga Macias enfrentó un dilema el otoño pasado en la primera semana de clases en la Universidad de Colorado en Boulder.
No pudo encontrar guardería para su hijo, Ramiro, y sus abuelos, quienes se suponía que debían cuidarlo, estaban enfermos.
Macías, que entonces tenía 19 años, empezó a entrar en pánico. Su laboratorio de bioquímica sólo le permitía faltar cuatro veces antes de que reprobara la materia, pero faltar incluso una sola vez la haría sentir como una fracasada. Desesperada, le envió un correo electrónico a su profesor antes de la clase y le preguntó si podía llevar a su hijo, que entonces tenía un año y medio.
“Dije: ‘Lo siento mucho y sé que esto es poco profesional’”, dijo Macías.
Los estudiantes del laboratorio tenían previsto recoger muestras en Boulder Creek y analizar los resultados. Por suerte, su profesor aceptó que Ramiro fuera porque era un entorno más seguro que el laboratorio de un aula. Mientras Macías trabajaba, Ramiro jugaba con piedras y las tiraba al agua.
“Pensó que era simplemente un día más”, dijo.
Macías se siente agotada, pero rara vez permite que eso detenga su actitud positiva.
Ha encontrado formas de sentirse parte del campus y quiere ser un modelo a seguir para otros estudiantes latinos y de primera generación en el campo de las ciencias. Ha encontrado amigos que la apoyan y se ha unido a clubes como la Organización de Colorado para las Oportunidades y los Derechos Reproductivos de las Latinas.
Ella toma los días difíciles con calma porque está decidida a terminar la escuela.